lunes, 12 de enero de 2015

GUILLERMO SARA


Érase una abuelita que arropaba a su nietecita cuando la mujer se volvió hacia el televisor, donde estaban retransmitiendo un partido del Betis. Al ir el portero del conjunto verdiblanco a coger la pelota, la nietecita observó como a la progenitora de su progenitora un escalofrío le recorría todo el cuerpo, y le preguntó el porqué aquello ocurría a cada aficionado del club de las trece barras cuando el portero de su equipo se intentaba hacer con el esférico. Ésta fue la historia que la abuelita le contó:

Corrían los años 90, en la villa de Rafaela, en la provincia de Santa Fe, cuando una humilde vendedora de cosméticos iba de casa en casa intentando vender sus productos de Avon. A la mujer nadie le hacía caso y empezaba a preocuparse. Si no conseguía vender lo suficiente para subsanar la deuda con el sex-shop de su barrio su marido se enteraría del aparatito de Panasonic que se había comprado para sus ratos libres.

En un momento dado, en plena desesperación, miró hacia la mansión situada encima de la colina. Nadie solía ir allí nunca, pero se oían ruidos y se veían luces con regularidad. Allí tenía que vivir alguien, y si nunca salía a la calle lo mismo era por ser más feo que mandar a la abuela a por droga, así que necesitaría los productos de Avon con total seguridad.

Enorme sorpresa se encontró la buena señora cuando al entrar allí, la única persona que encontró fue un jovencito con tijeras en lugar de manos. Se le vinieron mil preguntas a la cabeza, entre ellas qué hacía para lavarse la cara por la mañana, para sacarse las cascarrias o en los momentos de soledad y autodescubrimiento de los que todo adolescente goza, sin embargo simplemente le preguntó qué hacía allí solito. El muchacho le contó que él se llamaba Guillermo Sara, y que nació allí el 30 de Septiembre de 1987 como una máquina de fabricar galletas (sin especificar si eran Oreo, María o del Príncipe de Beukelaer) pero que su padre y constructor, lo fue modificando poco a poco. Para su desgracia el hombre falleció antes de terminar su obra cuando le pidió al muchacho que le ayudara a ponerse un supositorio, así que finalmente quedó con un par de enormes tijeras en lugar de manos.

La mujer se acordó de lo alto que estaba el seto que rodeaba a su casa e invitó a Guillermo a quedarse en su domicilio. Él aceptó encantado, y todo fue maravilloso durante los primeros tiempos, incluso pilló cacho con Winona Ryder la hija de la de Avon, pero en el colegio empezaron los problemas. Llamarse Sara en la ciudad de Rafaela le costó más de una broma de dudoso gusto sobre su orientación sexual, y la rareza de sus manos no ayudaba a la adaptación, sobre todo cuando apuñaló a un compañero en el pecho, lo que hizo que le mandaran una nota a casa por parte del director del cole diciendo que eso no estaba bonito.

Su madre adoptiva no sabía qué hacer para que el chiquillo se integrara, y no tuvo otra ocurrencia que taparle las tijeras de las manos con guantes de portero. De esta guisa le escogieron en el recreo para ponerse debajo del arco, y ahí cambió su vida. Se le dio tan bien que acabó haciendo la prueba y entrando en las categorías inferiores del club local, el Atlético Rafaela.

Debutó con el primer equipo en 2008 y se acabó haciendo con la titularidad, llegando incluso a ser internacional por Argentina en categorías inferiores. La vida le sonreía, hasta dejó a la hija de la de Avon, que se había dejado de ir, por una morenaza. La vida era maravillosa, hasta que llegó el año 2013.

El Betis buscaba portero y se fijó en él para hacerle la competencia al recién fichado guardameta danés Andersen, que de primeras se mosqueó con el fichaje del argentino diciendo que a él le habían dicho que le fichaban para ser titular.

Con la cesión de Sara por una temporada al Betis empezó un auténtico duelo de titanes en la pretemporada por hacerse con el puesto de titular. Si Sara golpea primero, Andersen le responde con un directo a la mandíbula. Andersen acaba siendo titular en el debut liguero en el Bernabéu, pero Sara tiene una buena actuación en la previa de Europa League contra el Jablonec y le quita el sitio porque por lo menos se tira. Andersen no lleva bien esto y patalea un poco.

Pero los hados del destino quieren que tampoco Sara sea precisamente la fusión de Sepp Maier y Ed Warner, así que empieza una estrambótica alternancia entre ambos que parece finiquitarse a favor de Andersen cuando el gran Juan Carlos Garrido arriba a estas tierras.

Pero la tragedia definitiva, provocada por su herencia genética, que tumba las ilusiones de nuestro protagonista del día, llegó con la visita a Sevilla del Real Madrid y el #Andersening. El rendimiento de ambos fue tan flojo que para estirar este artículo he copiado dos párrafos y medio del artículo de Andersen porque no merecen más.

es entonces cuando se ficha a Antonio Adán y ambos pasan al ostracismo definitivo. Sara vuelve a Rafaela con 14 partidos y medio jugados y 26 goles encajados, y no se le espera más por estos lares. Demasiado hizo siendo una máquina de fabricar galletas con tijeras en vez de manos.

Así acaba la historia que le contó esa abuelita bética a su nietecita cotilla. Cuando ve a un portero del Betis ir a por el balón, aún le entran escalofríos bajo la nieve, y bajo la lluvia, y bajo el Sol…

1 comentario:

Alfonsobis dijo...

Buen artículo y buen homenaje a una gran película!